Hernán Agustini / Mabel Fernández*
Miles de monstruos, demonios, fantasmas, esqueletos y personajes de terror poblaron las calles del microcentro de Reconquista en la tarde del 31 de octubre. La celebración de Halloween se instaló y los niños recorren los negocios en busca de dulces.
El ritual que hace poco no era más que una escena de producciones estadounidenses ahora está presente en el norte santafesino. Los chicos concurren acompañados de padres jóvenes, que en su mayoría tienen menos de 30 años y algunos también van disfrazados.
Las redes explotan de fotos y generan escenarios de debate sobre la pertinencia de la celebración. Hay críticas que llegan desde los sectores religiosos por ser una celebración pagana que exalta a los demonios (una congregación evangélica vestidos de amarillo y con vinchas que decían somos luz distribuyó mensajes reprochando la fiesta). También llegan críticas desde sectores tradicionalistas donde ven en Halloween el producto de una aculturación que socaba la identidad nacional.
En las calles los dulces y los disfraces no fallan y sacan una sonrisa a todos los que participan. Los comerciantes se suman. En unos 50 minutos el frenesí comienza a descender y los monstruos y almas en pena copan la plaza central. Juegan, ríen, corren, en el mundo real y no en Roblox. Quizás una de las claves del éxito se encuentre ahí, en el encuentro y el juego y, paradójicamente, el día en que más monstruos ocupan las calles, el espacio público se siente seguro, porque como dice Francesco Tunucci “que los niños vuelvan a jugar en la calle hará más seguras las ciudades».
* Hernán Agustini, Porf. de Historia – Dir. RC Revista – Mabel Fernández, Reportera Gráfica RC Revista
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